La inversión de impacto y los criterios ESG son uno de los temas más sonados en el momento. Sin embargo, la falta de regulación específica para el sector y la similitud que existe entre ambas prácticas genera errores al momento de diferenciarlos, en muchos casos confundiéndolos como lo mismo.

Aunque ambos conceptos tienen características en común, en su esencia son prácticas muy distintas. Ya que, en el caso de la inversión de impacto esta nace con un objeto de impacto social o medioambiental, mientras que los criterios ESG se incorporan a los vehículos de una empresa ya existente, que no necesariamente tiene un objeto de impacto social o medioambiental. 

¿Qué es la Inversión de Impacto?

Según los criterios del Global Impact Investing Network, la inversión de impacto es aquella que tiene como objeto principal generar impacto social y/o medioambiental a la vez que obtiene rendimiento financiero. Este tipo de inversión disrumpe el sistema capitalista tradicional, ya que busca la generación de retorno económico, social o ambiental al mismo tiempo.

La empresa, organización, proyecto o fondo en la que se realiza una inversión de impacto debe de contar con claros sistemas de medición, donde se cuantifique su alcance e impacto. Así mismo, este tipo de inversión suele adherirse al marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) definidos por la ONU.

Así que, el objeto principal de la inversión de impacto es generar transformación social y medioambiental.

Según el informe de “Inversión de Impacto en España: oferta de capital, segmentación y características” de SpainNab, son seis las categorías de actores que gestionan capital para la inversión de impacto en España: fondos de capital privado; banca ética y social, fundaciones; aseguradoras y fondos de pensiones; entidades de financiación pública; crowdfunding; y fondos de inversión en activos cotizadas. Estos sumaron un total de 2.378 millones de euros en activos bajo gestión en 2020.

¿Qué son los criterios ESG?

Los criterios ESG, de las siglas en inglés de medioambiente, sociedad y buen gobierno, han asumido un papel protagónico en la actualidad. Este concepto empieza a formarse tras el lanzamiento del Dow Jones Sustainability Index, el primer índice de sostenibilidad y la publicación de los Principios para la Inversión Responsable de la ONU.

En el caso de los ESG, el proceso de análisis se incorpora a la empresa ya existente, las cuales podrán certificarse en una o mas de estas categorías dependiendo de su sector y objeto. Así que, los inversores escogerán el criterio que se alinea mejor a sus valores personales y empresariales.

Los tres factores cables de la inversión con criterios ESG son:

  • Medioambiental

Incluye todo aquello relacionado con el impacto medioambiental que tiene la operación de la empresa, bien sea directa o indirectamente. Es decir, su consumo de energía, huella de carbono, contaminación de sus insumos y la implementación de normas medioambientales.

  • Social

Se refiera al impacto que la empresa tiene en la sociedad y en sus relaciones labores, tales como proveedores, empleados, clientes.

  • Buen gobierno

Todo lo concerniente al gobierno corporativo de la empresa, por ejemplo, políticas de transparencia, códigos de conducta, diversidad e inclusión en sus Consejos de Administración.

Inversión de impacto vs criterios ESG

El notable incremento del análisis y la demanda de información en cuestiones medioambientales y sociales ha traído como resultado que las grandes gestoras de activos empiecen a crear equipos especializados en inversión sostenible y ESG, para poder brindar a los inversores datos e información homogénea que les facilite comparar y evaluar las empresas en las que invierten.

Con el fin de garantizar el crecimiento y el posicionamiento de la inversión sostenible, es evidente la necesidad de estandarizar la terminología alrededor sector. Teniendo en cuenta que, esto afecta como se deben estructurar las carteras de clientes y que inversiones son apropiadas para cumplir los objetivos y preferencias de estos.

Sin duda alguna, el panorama actual está abriendo oportunidades para nuevos modelos de inversión que sean sostenibles tanto con el medioambiente, como con la sociedad, y, además, están marcando la evolución del capitalismo tradicional a futuro.